El grupo de esta aventura

Llevábamos semanas rumiando la idea de visitar el Pico Terril, de noche. Esta visión respondía a las restricciones establecidas por el Ministerio de Sanidad, que regulaban el que no se podía salir de nuestra provincia, Sevilla. También teníamos la necesidad de esquivar las peores horas de calor para andar por el monte. En junio en Andalucía hace bastante calor.

Para mi, en particular, esta idea cuadraba especialmente bien debido a que nunca había subido esta montaña antes, la máxima altitud de la provincia de Sevilla. Además, su aparente sencillez facilita bastante el trekking nocturno, algo siempre importante cuando la visibilidad reducida es un factor a tener en cuenta.

Hacía tres meses que no pisábamos el monte. En mi caso, la última vez que salí de aventura en la naturaleza fue el 1 de marzo de 2020. Sacar el material de montaña, revisarlo, preparar la mochila y planificar la aventura han sido actividades que me han producido bastante satisfacción.

Salimos de casa a eso de las 19:00 con vistas a empezar a andar a eso de las 20:30. Cuando llegamos al inicio de la ruta, nos sorprende el fresco que hace, contrasta con el entorno de ciudad del que venimos. El sol está ya bajo, con la puesta de sol prevista para las 21:30 aproximadamente.

Subimos a buen ritmo, disfrutando, después de varios meses, de las buenas sensaciones del monte: vistas, sonidos, olores, etc. A mitad de la subida nos encontramos con un par de grupos que bajan de la montaña. Parece que no somos los únicos que hemos tenido una idea similar estos días. A medida que ascendemos, el viento empieza a soplar cada vez más fuerte. Y también baja la sensación térmica.

Llegamos sin mucha dificultad a la cima a eso de las 22:00, la hora que habíamos previsto. El viento aquí en la cumbre se transforma en una verdadera ventisca que nos complica incluso ponernos la ropa de abrigo. El atronador viento convertía en tarea dificultosa incluso hablar entre nosotros. Refugiados tras unas piedras, nos sentamos unos momentos para beber agua y comernos el bocadillo de la cena. Siempre es divertido cuando las fuerzas de la naturaleza ofrecen un pequeño reto. Te obliga a adaptarte a la situación y poner a prueba lo preparado que hayas venido a la actividad. Suma a la sensación de aventura, de hecho.

Estas pequeñas incomodidades no nos impiden, y quizás incluso fomenten, altas dosis de disfrute. En cualquier caso, la relativa baja temperatura en contraste a cuándo salimos de casa, quizás 12ºC de sensación térmica, nos hacen ponernos en marcha y empezar a bajar a eso de las 22:30. Ya es noche cerrada, y tenemos que empezar a usar otro de nuestros equipamientos técnicos que esperábamos usar hoy: las linternas frontales.

Bajamos a muy buen ritmo. Habíamos grabado el track de subida y queríamos bajar exactamente por el mismo sitio. Al existir varios senderos de cabras y posibles rutas, todo aún más confuso en la oscuridad, nos servimos mucho del GPS, en el que llevábamos un ojo puesto siempre.

El equipo de hoy lo formábamos 7 personas, moviéndonos en fila india prácticamente todo el tiempo de bajada. Con el ruido del viento era imposible comunicarnos en la fila, así que nos servimos bastante de los walkie-talkies, otro equipamiento que nunca nos dejamos detrás en nuestras aventuras en la naturaleza.

En la última parte de la ruta, en las zonas más bajas de la montaña, la cosa se calmó bastante. Pudimos incluso quitarnos ropa de abrigo. Llegamos al aparcamiento sin muchas más novedades a eso de las 00:00, la hora prevista.

La aventura de hoy ha sido simplemente estupenda. Ha cumplido e incluso superado nuestras expectativas. Sinceramente, espero que podamos volver pronto al escenario de gran frecuencia de actividades en la naturaleza que solíamos tener hace unos meses.

Un video resumen del día: