Refugio

Los últimos días estaban siendo puramente invernales. Medio país estaba sufriendo temperaturas bajo cero, incluso grandes nevadas. Pero en Andalucía la cosa no era tan exagerada. En mi equipo Los Extraviaos estuvimos pendientes del parte meteorológico para intentar averiguar si caería algo de nieve cerca de nosotros. Nos pareció que el domingo 10 de enero sería el día más apropiado para poder disfrutar de una buena nevada en la zona de la Sierra de Grazalema. Elegimos una ruta de montaña relativamente sencilla y allí que nos dirigimos.

Nuestra idea era visitar el Refugio del Reloj, enclavado en el corazón de Grazalema, partiendo desde Villaluenga del Rosario. Este pueblo está apartado de los lugares más conocidos por los domingueros que suben a ver la nieve desde el coche, como son el Puerto del Boyar y el Puerto de las Palomas. De hecho el día anterior los medios de comunicación habían anunciado que estas dos carreteras estarían cortadas al tráfico por nevadas. Nuestra zona, alejada de estos sitios, estaba bastante bien elegida.

Llegamos en coche sin incidencias al lugar de inicio de la ruta. Caían algunos copos de nieve, pero no cuajaban en el suelo. No había absolutamente nada de nieve en el asfalto, lo que me llevó a pensar que los anunciados cortes de carreteras ocurrieron principalmente para disuadir las aglomeraciones de domingueros. Nos pusimos a andar a eso de las 10:00, totalmente equipados para la nieve y el frío.

Llevaríamos unos 30 o 40 minutos subiendo cuesta arriba cuando ya empezó a sobrarnos toda la ropa de abrigo. El ambiente era gélido, temperaturas del orden de -1ºC. Pero nuestra actividad física era lo suficientemente intensa como para que no hiciera falta tener puesto el plumífero grueso. Estábamos sudando, así que pronto paramos a quitarnos capas de pertrechos. Por fortuna o por desgracia, a los pocos minutos de quitarnos ropa de abrigo empezó a nevar muy copiosamente, lo que nos obligó a pararnos de nuevo. El juego con las capas de ropa siempre ha sido un clásico en las aventuras con tiempo frío, que generalmente se soluciona llevando elementos aún más técnicos y afinados a la actividad concreta que se vaya a realizar.

Durante este rato de gran nevada nos alcanzó un pequeño grupo de montañeras que se dirigían al Pico Simancón. Su ruta compartía un buen trecho con la nuestra, pero iban por detrás y por tanto les íbamos abriendo la huella en la nieve. No llegaron a adelantarnos en ningún momento y al poco tiempo quizás cambiarían de ruta, porque no volvimos a verlos.

La nevada amainó momentáneamente. El sendero, en constante subida, presentaba varios segmentos bastante incómodos de transitar. Había piedras muy pulidas y resbaladizas por la humedad y la fina capa de nieve lo empeoraba aún más. En diferentes ocasiones perdimos la visual de un camino que se desdibujaba en cada curva. Esto nos obligaba a desandar varios metros y a mirar el GPS para orientarnos dentro del laberinto geológico. A pesar de nuestro intento por elegir una actividad sencilla, la ruta no se presentó especialmente agradable para la marcha en este tramo.

El equipo

Cuando llegamos a la zona superior de la sierra, encontramos por fin senderos más cómodos, con menos piedras resbaladizas. La parte alta del monte tenía, además, una cantidad considerable de nieve polvo acumulada, muy satisfactoria para pisar. Poco a poco el desnivel ascendente se fue suavizando para dejar paso a un tramo prácticamente llano. Y de nuevo empezó a nevar. Esta zona alta nos resultó de gran disfrute.

A eso de las 12:30 llegaríamos al destino del día, el Refugio del Reloj. Aunque no había nadie, la chimenea estaba encendida en el interior. Alguien habría estado allí quizás solo unos momentos antes. No pudimos evitar la tentación de comernos el bocadillo al calor del fuego, así que echamos algo más de leña a las llamas.

Anticipando el potencial “choque” térmico, pronto nos pusimos en marcha de nuevo. Antes de emprender el camino de vuelta decidimos dejar la chimenea encendida en el interior, a fin de que el siguiente visitante encontrara aquello tan acogedor como nosotros. A los pocos minutos descubriríamos que esto fue un acierto, pues nos cruzamos con otro grupo (bastante numeroso, por cierto) de montañeros que estaban realizando exáctamente la misma actividad.

Hicimos el camino de retorno bastante rápido, ayudados por el desnivel descendente. Volvimos a pararnos un par de veces a jugar con las capas de ropa de abrigo. A esas horas del día el sendero estaba bastante pisado ya y no había dificultad para seguirlo salvo lo resbaladizo de algunos tramos. No pararíamos de encontrar otros grupos de montañeros subiendo a la sierra. Fuimos los más madrugadores, lo que me pareció muy bien.

Sin más novedades, llegamos al coche a eso de las 15:00. Mientras nos cambiábamos de ropa empezó a circular una gran afluencia de visitantes en coche a disfrutar emocionados de los copitos de nieve que caían. Algunas escenas eran un tanto ridículas por lo infantil de las reacciones de la gente. Pero ¿quiénes somos nosotros sino domingueros también? Domingueros con papeles de la federación de montaña, pero domingueros al fin y al cabo.

El track GPS de referencia: