El equipo de la aventura

La Sierra de los Pinos, cerca del pueblo de Cortes de la Frontera tiene su máxima altitud a unos 1395 msnm. Es el conocido como Pico del Pino, Pico Pino, u otras variaciones similares. Conocí esta montaña hace unos años, en 2017, en la cima del cercano Navazo Alto. Allí encontramos a un montañero que nos recomendó esta montaña. Desde entonces, hace ya cuatro años, he tenido una nota escrita con la referencia, hasta que he podido encontrar tiempo para dedicarle a esta nueva aventura.

Era sábado 2 de enero de 2021 sobre las 7:00 de la mañana cuando un equipo de 8 personas salimos desde Dos Hermanas en dirección a Cortes de la Frontera. Cuando nos bajamos del coche y empezamos a andar a eso de las 9:30, quedó claro que el día de montaña sería duro en lo psicológico. A todos nos había costado bastante trabajo arrancar. A mí me dolía el estómago y estaba un poco falto de energía y motivación. Las comidas significativas de los últimos días reclamaban tiempo de reposo.

Pero allí estábamos, con un termómetro que había llegado a marcar -2ºC, y subiendo cuesta arriba un monte del que conocíamos bastante poco y del que teníamos bajas expectativas en cuanto a atractivo. El suelo helado crujía al ser andado, pero a pesar de lo gélido del entorno, pasarían pocos minutos antes de que empezáramos a sudar. No me atreví a quitarme el forro polar y preferí sufrir esa incómoda humedad interior, que seguro incrementó el efecto frío.

Valle del Guadiaro

La sensación de sacrificio fue en aumento hasta que nos dimos cuenta de que la ruta que seguíamos era, de hecho, bastante bonita. Árboles, musgo, líquenes y matorrales de un verde radiante. El sendero, salvo pequeños tramos, estaba bastante marcado, y hacía un incesante y llamativo zigzag de subida a través de lomas y pedruscos. Tuve la sensación de que aquel camino pudiera tener siglos de antigüedad. Para nuestro deleite, cuando la vegetación se abrió en un claro, tuvimos vistas al valle del Guadiaro. Este horizonte espléndido desde el bosquecillo mágico nos invitó a disfrutar de la inmensidad y majestuosidad del entorno natural que nos rodeaba.

Aunque despejada de nubes, la mañana continuaba siendo muy fría. Buscábamos cualquier rayo de sol para aumentar la sensación térmica. Cuando llevábamos del orden de dos horas andando hicimos una parada para un picoteo, pero las bajas temperaturas nos hicieron ponernos rápidamente en marcha de nuevo. Seguimos subiendo por el tupido bosque de colores verdes brillantes y al poco tiempo dimos a una zona más llana y despejada, una pradera. Por fin teníamos el objetivo del día a la vista, podíamos intuir el remonte definitivo donde se encontraba la cima de la montaña.

Hicimos un esfuerzo final y nos dirigimos a las últimas rampas ascendentes del día. A medida que subíamos este tramo aumentó la exposición al frío viento. Y también aparecieron unas húmedas nubes bajas, en forma de brumas, que limitaron la visibilidad en el pedregal de la zona de cumbre. Llegamos a la cima a eso de las 13:00, contentos y satisfechos por el trabajo realizado. Estábamos envueltos en niebla y sin posibilidad de contemplar las vistas del panorama circundante. Así que nos hicimos unas cuantas fotos y decidimos bajar inmediatamente para resguardarnos de las corrientes de aire.

En la cima

Volvimos al prado soleado y nos reencontramos con el sol y las temperaturas agradables. Serían las 14:00 así que nos sentamos a almorzar allí mismo. Todos estábamos animados, ya que habíamos completado la parte más sustancial del reto del día y solo nos quedaba bajar. Mientras comíamos no pude dejar de pensar en lo afortunado que me sentía de que un grupo de gente tuviera la misma voluntad que yo de levantarse tan temprano, a pesar de las fiestas navideñas y de lo gélido de la mañana, para acometer esta aventura.

Bajamos por un camino distinto al de subida, y esta ruta no presentaba la misma vegetación exuberante, seguramente porque la zona estaba más expuesta al sol del verano. El inicio del camino de descenso era un tramo de pista forestal. Algo cómodo y fácil era justo lo que necesitábamos para terminar de disfrutar de la experiencia del día. Aunque al poco tiempo, de nuevo, encontramos algunos tramos donde los senderos estaban desdibujados, lo que nos obligó a orientarnos mediante el GPS.

Subgrupo

Aun así, la montaña no dejó de sorprendernos. En los últimos kilómetros de bajada atravesamos unos cortados y laderas de una belleza excepcional. Senderos con dibujos serpenteantes en las laderas de la sierra, que a veces ofrecían la sensación de estar transitando por montañas lejanas de película. Me resultó curioso no encontrar a ningún otro equipo montañero en la zona a pesar de lo bonito del sitio.

Finalmente llegamos de vuelta a Cortes de la Frontera a eso de las 16:30, y aprovechamos para tomarnos allí un café antes de regresar a casa. Las malas sensaciones de la mañana se esfumaron. Nos sentimos muy satisfechos de haber superado el reto de la gélida mañana y todo el equipo estuvo de acuerdo: esta montaña que acabábamos de descubrir era magnífica.

El track GPS de referencia: