Descenso del río Sella
De pie en la orilla empujé levemente el kayak, que se deslizó suave por la superficie en calma del agua del río Sella. Era una canoa de dos plazas. Mi compañera ya estaba acomodada en la parte delantera y yo ocuparía la parte trasera. Grabé brevemente con la cámara el momento y enseguida nos pusimos a remar río abajo.
Es nuestra primera vez disfrutando del kayak en un río, hasta ahora únicamente habíamos realizado la actividad en mares o pantanos. En el horizonte asoman montañas por doquier, y en un primer plano estamos rodeados de árboles. Nos sorprendemos con lo verde y exhuberante de la naturaleza que flanquea toda la orilla del río. Durante unos minutos remamos lentamente y en silencio. Estamos completamente solos, el río para nosotros. Los primeros compases de nuestra aventura de hoy serán de pura admiración y disfrute del entorno.
No teníamos mucha idea previa sobre el caudal ni velocidad del agua. Nos sorprendemos cuando nos encontramos navegando directos hacia unos rápidos. Objetivamente muy pequeños en intensidad. Tenemos experiencia previa realizando rafting, y podemos intuir cómo manejar la situación, pero desconocemos una técnica formal o específica para sortearlos. Impactamos contra varias rocas salientes con nuestra canoa, haciendo que esta se balancee. Hacemos un ejercicio de concentración para mantener el equilibrio y para esquivar todas las que podemos. La canoa es bastante robusta como para aguantar los impactos contra las rocas del río, pero el peso adicional de esta dureza se paga en una menor capacidad de maniobra.
El primer rápido es un tramo muy corto, y también divertido. Enseguida volvemos al plácido río que encontramos al embarcar, aunque al mirar adelante encontramos más rápidos. Asumimos que lo que tendremos de camino será una combinación de zonas mansas y pequeños rápidos. Y efectivamente, durante todo el trayecto enlazaremos unos tramos con otros. Los tramos rápidos son divertidos, y también nos requieren más esfuerzo y concentración. No pasa nada, usamos las zonas calmadas para descansar y relajarnos.
Al poco tiempo nos alcanza una canoa por detrás. Él de Madrid, ella de Australia. Coincidimos en un pequeño rápido tan poco profundo que tenemos que bajarnos y remolcar brevemente las embarcaciones hasta aguas un poco más profundas. Estamos disfrutando de la actividad a unos niveles extraordinarios, pero somos conscientes de que cuando lleguemos al pueblo de Arriondas la cosa cambiará porque allí habrá más gente iniciando el descenso.
El Descenso del Sella es en general una actividad muy conocida y demandada por turistas de aventuras como nosotros. Yo supe que esto existía hace unos 10 años, y ya entonces intenté organizar con mi grupo de aventuras, sin éxito, una visita a este lugar. Ha tenido que pasar un buen tiempo para que todo cuadre y pudiéramos escaparnos a conocer este río tan famoso. De hecho, cuando llegamos a Arriondas en coche quedamos sorprendidos, y quizás un poco horrorizados, al ver la gran cantidad de empresas de turismo activo con instalaciones en las orillas del río a la altura del pueblo. Según sabríamos luego, hay del orden de 30 empresas ofertando esta experiencia en el Sella. Previamente, yo había tanteado algunas de ellas, y finalmente decidiría que realizaríamos la actividad con la empresa K2 aventura. La gran diferencia es que el inicio lo tienen en Las Rozas, unos 4 kilómetros río arriba por encima de Arriondas, que es donde todas las demás empresas empiezan sus actividades.
Contratar con esta empresa fue un tremendo acierto, y marcó una gran diferencia, pues cuando el río llega a la curva de Arriondas vemos asustados cómo cada vez hay más canoas en el agua. La cantidad no para de crecer, hasta llegar a unos números absurdos. Hay tanta gente que la actividad pierde de manera abrupta toda la magia del primer tramo. La zona del río en Arriondas se convierte en una pista de canoas de choque, apenas hay sitio para maniobrar el kayak sin golpear con la pala a los compañeros. Choques y palazos. Los pequeños rápidos, tan divertidos antes, ahora son un descontrol, pues es imposible maniobrar el kayak entre tanta gente. Temimos por la propia salud del río, pues ya sabemos que las masificaciones no traen buenas resultados para la naturaleza. Más tarde nos enteraríamos de que un día de gran afluencia bajan por el río del orden de 7000 personas.
Nosotros habíamos empezado a remar a eso de las 11:00 de la mañana. Serían aproximadamente las 13:30 cuando decidimos parar para almorzar. Aterrizamos en una zona donde hay montado un chiringuito con bocadillos cerca de la orilla del río. Hasta se puede pagar con tarjeta, viva el capitalismo. Durante el almuerzo terminamos de asumir que la aventura mágica del inicio ya ha terminado, y que a partir de ahora tocará compartir el río con otros miles de domingueros. Pero bueno, también podemos disfrutar de esta nueva versión. De hecho, tras la parada el pegote de gente se disuelve poco a poco. Tener el estómago lleno también nos ayuda a ver las cosas de otro color, mejor.
Habiendo superado el peor tramo en cuanto a aglomeración de gente, podemos volver a concentrarnos en disfrutar de la navegación y del entorno. Nuestro objetivo de hoy es hacer el tramo navegable aparentemente más largo que se puede hacer en este río con una empresa comercial, unos 19 o 20 km en total. Nuestro ritmo de descenso es muy bueno, y vamos bastante por delante de los horarios que nos sugirieron en la empresa antes de partir. Haremos un par de paradas más para descansar, pero el último tramo nos empezará a pesar en los brazos de tanto remar. Los kilómetros finales vuelven a ser bastante agradables en cuando a cantidad de personas, y solo aterrizaremos en la última parada un número reducido de canoas.
Hemos hecho el descenso en unas 5 horas, con paradas incluidas. Ciertamente, esta ha sido una aventura que ha superado mis expectativas en cuanto a disfrute, a pesar del jarro de agua fría que experimentamos con el tramo masificado de gente. Hemos visitado esto en plena temporada alta, un 31 de Julio. Estoy seguro de que realizar esta actividad en primavera u otoño, con incluso más caudal de agua, debe de ser una experiencia aún mejor. Volveremos!