Aventura límite invernal
Después de unos dias de observación de la meteorología y de planificación, ayer sábado 11 de febrero de 2017 nos reunimos 4 colegas del equipo Los Extraviaos para ir al Pico Torrecilla, en la Sierra de las Nieves de Málaga.
Todo empezó con nuestras ganas de aprovechar el corto periodo de montaña invernal que se presenta en nuestra zona. Y resultó que encontramos lo que buscábamos, y más.
Salimos de casa a las 7:30 con el objetivo de empezar a subir la montaña sobre las 10:00. Cuando llegamos a la zona de Ronda somos recibidos con poco viento, frio, en torno a 4º, y lluvia ligera pero constante. A pesar de las reservas que muestra algún compañero del equipo acerca de la lluvia, confiamos en que se cumpla la predicción de cota de nieve, que está entorno a 1300 msnm, justo donde tenemos que empezar a andar.
Ya en Los Quejigales, encontramos aquello muy solitario, algo llamativo dado que el lugar suele estar concurrido. Parece que la meteorología ha dejado a la mayoría de domingueros en casa. Nos preparamos como mejor sabemos y podemos, y a eso de las 10:20 empezamos a andar, con unos 20 minutos de retraso de la hora originalmente prevista, lo que no está nada mal. Esperamos que cuando vayamos alcanzando cotas más altas, la lluvia y el barro den paso a la nieve.
Y así fué. Subiendo por la Cañada del Cuerno empezamos a encontrar que el espectacular paisaje está nevado. Tenemos un panorama que, incluyendo la niebla, es impresionante. Las fuerzas, la motivación y las ganas nos acompañan. Todo va bien y estamos subiendo a un ritmo vertiginoso.
Sobre las 11:30, cuando alcanzamos el Puerto de los Pilones a unos 1750 msnm, nos encontramos de frente con la nevada y la ventisca que habíamos venido a buscar. Son unos momentos de emoción y alegría: vamos a enfrentarnos al reto que buscábamos.
También sentimos que la temperatura baja bruscamente, lo que nos obliga a estar en constante movimiento. Hacemos el camino sin paradas.
A pesar de que la ventisca no nos deja levantar la vista, la nieve, la niebla y los quejigos helados forman un entorno espectacular. El uso de gafas es altamente recomendable. Empezamos a poner todo nuestro equipamiento técnico a funcionar a pleno rendimiento.
Llegados a un punto, nos encontramos con una pareja de montañeros que van en sentido contrario al nuestro: están de vuelta. Nos asombra que hayan hecho cumbre tan temprano, y les preguntamos sobre las condiciones del pico. Para nuestra sorpresa, nos comentan que no han llegado a la cima, y que se vuelven ya a casa, que solo han venido a ver cómo estaba el monte.
Iban bien equipados, y la historia que nos cuentan nos deja un poco intranquilos. ¿Se habrán dado la vuelta por prudencia ante una meteorología tan adversa? Y si es así, ¿Por qué nos han mentido? ¿Será por orgullo o verguenza? Tengo dudas sobre nuestro propio objetivo de cima ¿Sería aconsejable que nosotros nos planteáramos también darnos la vuelta?
Estas preguntas se me quedarían en la mente un buen rato, pues entre otras cosas nunca se nos ha planteado seriamente la posibilidad de renunciar a hacer cumbre. Tengo dudas de si llegado el momento seríamos capaces de tomar la decisión o por el contrario nos comportaríamos como machitos irresponsables.
Al poco tiempo llegamos al pozo de nieves que hay en esta parte de la montaña. La visibilidad es realmente muy escasa. Por fortuna, conocemos bastante bien el entorno de otras muchas veces que hemos estado por aquí y a pesar de las condiciones, por el momento la orientación no es un problema.
En esta parte del trayecto, que apenas tiene desnivel, empezamos a enfrentarnos a nieve en polvo de 5-10 centímetros de profundidad, y en algunos sitios quizás más.
Aunque hay huella abierta en la nieve, noto cómo nuestra marcha se relentiza bastante. Doy pasos muy pesados y avanzar cuesta bastante esfuerzo. Además, es evidente que de las 4 personas que formamos el equipo yo soy la que peor forma física tiene. Sospecho que la ventisca y la progresión por la nieve están mermando mis energias.
Por fin llegamos al Pilar del Tolox, la base de la cima del Torrecilla. Como era temprano, en torno a las 13:00, acordamos atacar la cumbre rápidamente, subir y bajar para almorzar en esta zona que ofrece bastante protección frente a los elementos. No nos paramos a mucho más y empezamos a pelearnos contra la dura pendiente final.
En este punto, volvemos a encontrarnos a una pareja de montañeros. Ellos si que vienen de la cima, pero han dormido en caravana en Los Quejigales e iniciaron su marcha bastante más temprano que nosotros. También van bien equipados, y nos comentan que hace bastante viento en la cumbre.
En la subida, tras pelearnos con la nieve, por fin hacemos cima. La última subida ha sido extenuante y cuando llegamos al pico el viento y el frio son insoportables. Las condiciones son bastante duras, así que nos apresuramos a bajar. Sólo hemos recorrido la mitad del camino y nos queda la otra mitad, la vuelta.
Bajamos rápidamente al Pilar de Tolox, pero no pasaríamos mucho tiempo aquí, porque la temperatura sigue siendo muy fria, y se nos congelan las manos mientras nos comemos el bocadillo.
Tras ponernos en marcha de nuevo llegó uno de los momentos críticos de la jornada. Uno de los compañeros del equipo sufrió unos calambres en los cuadriceps que le impedian andar. Se sentó en el suelo nevado. Con el viento arreciando y a varias horas de marcha de la civilización sentí que si nuestro compañero no volvía a andar, podríamos tener serias complicaciones debido al riesgo de hipotermia.
Pensé en las dudas anteriores, ¿Deberíamos habernos dado la vuelta antes?
Afortunadamente, tras unos estiramientos, pudo volver a caminar en ritmo suave. Este tramo de la marcha se hizo muy penoso, andábamos lentamente y en silencio, además pasando mucho frio debido al viento incesante. Los ánimos estaban bajos, y creo que esto aumentó la sensación de cansancio.
Cuando llegamos de vuelta al pozo de nieves, decidimos bajar de inmediato por la Cañada de las Ánimas, con el handicap de que nadie había pasado por ahí hoy y no había ningún tipo de huella ni señal del camino. Por fortuna, no nos costó encontrar la senda y bajamos rápidamente de la alta montaña a la zona boscosa.
El compañero con los problemas en las piernas fue mejorando a medida que dejamos de sufrir la ventisca y conseguimos llegar a Los Quejigales sin más problema que el tremendo cansancio acumulado. En total, desde el Pilar de Tolox hasta el Los Quejigales, tardamos 2h, lo que en realidad no está nada mal.
La verdad es que logramos manejar bien los horarios, pero volví con la sensación de que esta había sido una aventura extrema, en la que pusimos al límite tanto nuestro equipamiento técnico como a nosotros mismos. Por fortuna no ocurrió ningún problema serio, pero me queda la duda de si hemos apurado demasiado este límite.
Por mi parte, dado el cansancio con el que acabé, creo que mi forma física debe mejorar :-)
En este artículo he usado fotos de Salvador Castillo y Alejando Castillo.