Playa del Silencio

Tenía gran curiosidad por practicar snorkel en aguas del Cantábrico. El pasado jueves 30 de Julio de 2020 nos dirigimos a la zona de Cudillero, en la costa asturiana, con el objetivo de explorar un poco la zona marítima y visitar alguna playa para hacer snorkel. Tras una visita turística al propio pueblo de Cudillero, pusimos nuestra atención en la Playa del Silencio, a escasos 15 minutos de distancia en coche.

Por la información y fotos de que disponíamos, esperábamos encontrar una playa de difícil acceso y con afluencia de gente limitada. Cuando llegamos al sitio, encontramos que para bajar a la playa hay que darse un buen paseo, salvando del orden de 100 metros de desnivel por un sendero y unas escaleras que llegan hasta el mismo nivel del mar. Es lo mínimo que se despacha en este tipo de entornos, y desde luego este desnivel no es algo que nos vaya a impedir realizar nuestra actividad.

Antes de bajar, desde la parte alta del acantilado podemos disfrutar de unas vistas espectaculares del entorno. La playa forma una pequeña cala cerrada por acantilados de piedra. Las aguas se ven cristalinas y hay multitud de prometedores arrecifes. Desde lo alto también podemos observar que la afluencia de gente es muy alta, al punto de que considero que la playa estaba prácticamente llena. No obstante, también se ve mucho movimiento, en el sentido de que muchas personas bajan para ver la playa de cerca pero no se quedan: vuelven a subir. Desde arriba podemos ver también a algunos tubos asomando en el agua, y aleteos aquí y allá: hay gente haciendo snorkel y nosotros bajamos decididos con la intención de unirnos.

Me pongo el neopreno y mi primer chapuzón en las frías aguas casi me corta la respiración. No es que sea el agua más fría en la que he buceado, pero no me lo esperaba. Me cuesta un poco aclimatarme pero a los pocos minutos ya estoy explorando el fondo. Para mi sorpresa, el agua que desde fuera se ve cristalina no presenta una visibilidad tan buena como podría esperarse. Y es curioso, porque la playa está enteramente compuesta de piedras, no hay arena, y el oleaje es muy limitado.

Hay principalmente dos arrecifes interesantes, a la izquierda y a la derecha. Debido a limitaciones de tiempo, me decido a explorar solo el de la izquierda, y allí me dirijo. Mientras me muevo, me encuentro con un compañero que también se disponía a explorar esta zona. Él lleva un neopreno de cuerpo entero, mucho más abrigado que el mio que es de codo a rodilla. Aún así, me comenta que el agua también está fría para él. Le propongo que vayamos juntos a la izquierda, y así hacemos. ¡Pero no hay peces! A pesar de lo interesante del arrecife, con morfologías, formas y colores que nunca antes había visto, apenas veo unas algas ancladas entre las piedras. Me resulta muy curioso que con un arrecife tan rico en recovecos y escondites, apenas haya peces ni nada que observar aparte de piedras y algunas algas. Especialmente curioso porque he visto a algunas personas haciendo pesca submarina.

Explorando un rincón del arrecife, mi compañero de snorkel se da un buen golpe en la cabeza con un saliente de roca y empieza a sangrar, así que decide volver, ya que no hay tampoco nada interesante que ver. Me quedo solo, y a los pocos minutos empiezo a sentir frio, por lo que yo también decido salir del agua. He buceado unos 15 minutos, rebuscando en varios rincones del arrecife, y los peces que he visto se pueden contar con los dedos de una mano.

Abandonamos la playa y decidimos continuar nuestro viaje. La Playa del Silencio, que a priori pintaba tan bien, se me ha quedado un poco corta en cuanto a snorkel se refiere. Me pregunto si esto es lo normal en esta playa, en la costa asturiana o en el cantábrico en general.