Cuando una aventura es mágica
Finalmente, Los Extraviaos se deciden a hacer una acampada nocturna en la Sierra de Grazalema, estilo vivac y en completa autonomía.
Salimos desde casa en dirección al Puerto del Boyar, ya que habíamos obtenido recientemente permisos administrativos para pasar la noche en medio del monte por aquella zona.
Después de algunos nervios preparando el equipamiento y de afinar la coordinación entre los miembros del grupo, llegamos al destino y aparcamos los coches dispuestos a realizar un pequeño trekking por el monte, empezando por el sendero del Puerto de las Presillas.
Tras caminar por la montaña durante algún tiempo, finalmente cae la noche y decidimos montar el campamento nocturno, que resulta que cae cerca del pico de El Pescador o Tajo Daleado. En torno a las 21:00 de la noche el campamento queda preparado y operativo.
La noche se presenta fria, y montamos 4 tiendas de campaña pequeñas para los 7 integrantes del grupo. Las previsiones de meteorología que manejábamos ofrecían mínimas de en torno a 12 grados, con viento de 10 km/h.
Llevamos comida y bebida para pasar la noche agusto, sin apuros hasta que lleguemos a la mañana siguiente a algún punto de abastecimiento.
Sobre las 23:00 de la noche, y en la oscuridad más absoluta, con el cielo lleno de estrellas, nos disponemos a acostarnos.
Para muchos componentes del grupo esta era su primera acampada nocturna. Llevábamos los correspondientes permisos administrativos para realizar la actividad que estábamos haciendo, pero nos asaltaban algunas dudas sobre qué pasaría en caso de que alguna autoridad nos abordara durante la noche.
Como descubriríamos más tarde, ni esta inquietud ni las continuas sensaciones de la gran actividad de la vida nocturna del monte nos impedirían pasar una noche suficientemente cómoda y placentera.
El viento es inexistente, los sonidos se magnifican, y cuando no se oye nada el propio silencio es abrumador.
Cuando la luna se oculta, con prácticamente ninguna nube en el cielo, las estrellas brillan con tal intensidad que llegan a deslumbrar.
Sobre las 7:15 de la mañana nos levantamos, con bastante frío, y caminamos en busca de una vista directa del amanecer.
La mayoría del grupo hemos tenido una noche relativamente plácida, e incluso hay quien ha tenido la suerte de dormir toda la noche de un tirón. A pesar de lo temprano de la hora, y de la disparidad de sueños, los ánimos son muy positivos.
Y allí en, medio del monte, nos encontró el sol. A estas alturas, todas las inquietudes y dudas han sido totalmente despejadas.
Hay quien se atreve a especular sobre cuál será la próxima experiencia de este estilo que llevaremos a cabo: ¿pico Torrecilla, quizás?
Cuando sale el sol, rápidamente recogemos el campamento base y nos disponemos a caminar de vuelta hasta donde tenemos aparcados los vehículos.
Sentimos alegría y satisfacción de una experiencia que ha sido positiva, en la que hemos superado los pequeños obstáculos que se nos han presentado y de la que hemos podido disfrutar de principio a fin.
Justo antes de abandonar el que ha sido nuestro hogar durante una noche, nos echamos una foto en la que las expresiones lo dicen todo: ha sido una aventura mágica.
La primera foto del post fue hecha al atardecer por Jesus Lucena.